¿Cómo era la vida de las mujeres en la Edad Media?

¿Cómo era la vida de las mujeres en la Edad Media?

El sexismo en la época medieval

A finales de la Edad Media, las ciudades inglesas producían e importaban cada vez más nuevas variedades de vajilla, ropa y muebles. La adquisición, el uso y el cuidado de una gama cada vez más amplia de productos manufacturados no sólo hizo más cómoda la vida de los mercaderes y artesanos, sino que los convirtió en lo que eran. Sin embargo, como los estudiosos de la cultura material han demostrado en repetidas ocasiones, el uso y el significado de los objetos no son estables ni están garantizados. Los arqueólogos sostienen que la nueva variedad de vajilla disponible cambió gradualmente los hábitos alimentarios urbanos, con consecuencias para las relaciones de género dentro del hogar. A partir de la lectura de dos descripciones literarias bajomedievales de cenas exclusivamente femeninas en relación con estos cambios materiales, este artículo analiza el impacto del cambio de la cultura material en la dinámica doméstica.

Este artículo ha tenido una larga gestación y se ha beneficiado de las aportaciones de muchas personas. En particular, me gustaría agradecer a Robin Fleming, Shannon McSheffrey, Heather Morrison, Lee Bernstein, Nancy Johnson, Catherine Sanok y Kate Kelsey Stables sus sugerencias, comentarios y críticas.

Cómo se trataba a las viudas en la Edad Media

Las mujeres de la Edad Media ocupaban diferentes roles sociales. Las mujeres ocupaban los puestos de esposa, madre, campesina, artesana y monja, así como algunas funciones de liderazgo importantes, como la de abadesa o reina regente. El propio concepto de mujer cambió de varias maneras durante la Edad Media,[2] y varias fuerzas influyeron en el papel de la mujer durante su periodo.

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Con el establecimiento del monacato cristiano, las mujeres pasaron a desempeñar otras funciones dentro de la Iglesia. A partir del siglo V, los conventos cristianos ofrecieron una alternativa al camino del matrimonio y la crianza de los hijos, para desempeñar un papel religioso más activo.

Las abadesas podían llegar a ser figuras importantes por derecho propio, a menudo gobernando monasterios de hombres y mujeres, y poseyendo importantes tierras y poder. Figuras como Hilda de Whitby (c. 614-680) llegaron a tener influencia a escala nacional e incluso internacional.

El hilado era uno de los oficios tradicionalmente femeninos de esta época,[3] realizado inicialmente con el huso y la rueca; la rueca se introdujo a finales de la Alta Edad Media.

Ropa de mujer medieval

Los ensayos reunidos en este volumen presentan consideraciones multifacéticas sobre la intersección de los objetos y el género en los contextos culturales de la Francia e Inglaterra bajomedievales. Algunos adoptan una visión material de los objetos, mostrando edificios, libros y cuadros como lugares de negociación y resistencia de género y como extensiones de los cuerpos de las mujeres. Otros reconsideran el concepto de objetivación en las vidas de las mujeres medievales ficticias e históricas, examinando de cerca su relación con los objetos materiales de género, tomados literalmente como posesiones de las mujeres y como manifestaciones figurativas de sus deseos.

La primera sección examina cómo los autores medievales imaginaron a las mujeres ficticias y legendarias utilizando determinados objetos de forma que refuerzan o desafían los roles de género. Estas mujeres introducen los objetos en la órbita de la identidad de género, empleando y relacionándose con ellos en un sentido literal, al tiempo que aprovechan sus significados simbólicos. La segunda sección se centra en el uso de los textos como objetos en sí mismos y como mecanismos por los que se definen otros objetos. Los poseedores de objetos en estos ensayos vivían en el mundo, sus vidas estaban documentadas por registros históricos, pero al igual que sus homólogos de ficción y leyenda, también utilizaban los objetos con fines instrumentales y con resonancias simbólicas. La última sección considera la objetivación de los cuerpos de las mujeres medievales, así como sus límites. Si bien esto parece permitir a veces un comercio de mujeres, los intentos de los autores de dar formas y límites definitivos a los cuerpos de las mujeres complican los límites de género que intentan contener o reducen el género a una abstracción ideológica.  Este volumen contribuye al esfuerzo actual por calibrar la agencia femenina en la Baja Edad Media, honrando el trabajo pionero de Carolyn P. Collette.

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Los derechos de la mujer en el siglo XIII

Quizás el tropo de personaje más común, y más positivamente considerado, que se asocia a las mujeres en la literatura es “La Virgen”. Según la mayoría de la literatura antigua, la función principal de la mujer era permanecer “pura” hasta que se casara y se le permitiera tener hijos. Si una mujer soltera aparecía en la literatura en la época medieval, se la convertía casi indefinidamente en una mujer virtuosa y pura.

Como muchos tropos de la literatura, la ideología de este personaje tiene su origen en la Biblia. Santa María, la madre de Jesucristo, también llamada La Virgen María, es la primera persona notable de la que se tiene constancia con esta identidad global. Santa María hizo un voto de virginidad y se mantuvo fiel a él durante toda su vida, a pesar de haber dado a luz a un niño. María era tan pura de carácter que su embarazo fue una concepción inmaculada. El ángel Gabriel vino a ella y le dijo que daría a luz al hijo de Dios. Santa María vivió su vida completamente dentro de los parámetros de ser una mujer cristiana perfecta. Es su vida y su comportamiento lo que creó esta mujer religiosa “ideal”.