Historia de la tribu apache
Antes de mediados del siglo XIX, la vestimenta tradicional de las mujeres apaches consistía en vestidos de piel de gamo, y la de los hombres, en pantalones durante el verano y un traje de piel de gamo en invierno, una camisa larga con polainas. La introducción de telas comerciales trajo consigo el vestido de campamento de dos piezas para las mujeres y camisas de tela y polainas para los hombres. El calzado tradicional de los apaches son los mocasines tipo bota alta. Los mocasines apaches tienen una característica punta doblada hacia arriba, que es puramente decorativa.
Ropa de la tribu apache
En los albores del siglo XVIII, los nativos americanos apaches poblaban en gran medida las vastas llanuras de Kansas. Aunque cultivaban judías y otros productos, su plato favorito era la carne de búfalo. Los miembros de la tribu también utilizaban la piel del animal para fabricar prendas de vestir.
Cuando se desplazaban, descansaban en casas temporales llamadas teepee, fácilmente trasladables, sobre todo en épocas de mucha caza de búfalos. Se construían con palos largos y piel de búfalo.
Los wikiups, también conocidos como wigwams, eran los hogares más duraderos de los apaches. Se utilizaban troncos de árboles para formar la cúpula de la estructura del wigwam, y materiales naturales como la corteza de los árboles se utilizaban para cubrir la pequeña pero confortable casa.
La vestimenta de los apaches en los retratos solía ser de cuero. Los hombres optaban por taparrabos y camisas, mientras que las mujeres llevaban vestidos de piel de gamo. Los mocasines de cuero eran el calzado más común, especialmente entre los hombres.
La ropa se decoraba con pinturas de pigmentos vegetales, cuentas y plumas. Las mujeres apaches llevaban abundantes cuentas de materiales como la turquesa y el azabache, así como conchas y semillas, en forma de brazaletes, collares y gargantillas. Otras joyas eran collares cosidos o tejidos, bolsas y adornos para el pelo.
Cómo vivían los apaches
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Arte nativo americano
Se les conoce como apaches, y no sólo viven en Estados Unidos. Tienen hogares y comunidades en los estados mexicanos de Chihuahua, Sonora, el norte de Durango, Nuevo León y Tamaulipas. Están vivos, aquí y ahora, en el siglo XXI, pero oficialmente no existen en México. Desde 2017, su pueblo lucha por el reconocimiento del Estado mexicano.
En realidad este pueblo, esta nación, tiene otro nombre, o más bien tres, uno para cada uno de sus tres dialectos: N’dee, N’nee y Ndé. Eso según Juan Luis Longoria, un joven n’dee/n’nee/ndé nacido y criado en Ciudad Juárez. Eso, aunque en México los apaches no existen oficialmente.
Imagina estar vivo a finales del siglo XVII como miembro de lo que los españoles y los criollos (descendientes de europeos nacidos en el continente americano) llamaban apaches. México aún no existe, todavía se llama Nueva España. Los hombres que buscan oro se dirigen cada vez más al norte, a las vastas tierras que hoy forman parte de Nuevo México, Arizona, Coahuila, Chihuahua y Sonora. Aquí hay gente, mucha gente, que forma una nación plural. Culturalmente ágiles y seminómadas, viven en las tierras del norte en verano y en el sur en invierno. Cada familia o gondá tiene un territorio que la une a la tierra como un cordón umbilical. Su montaña sagrada, su meseta ancestral. Su hogar se extiende a lo largo de miles de kilómetros. El verano en las montañas de lo que hoy conocemos como Nuevo México. El invierno en las montañas azules de lo que hoy llamamos Sonora.