Garifuna beliceño
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El pueblo garífuna (/ˌɡɑːriːˈfuːnə/ GAR-ee-FOO-nə[3][4] o pronunciación en español: [ɡa’ɾifuna]; pl. Garínagu[5] en garífuna)[a] son un pueblo mixto africano e indígena que vivía originalmente en la isla caribeña de San Vicente y que habla garífuna, una lengua arawakana, y criollo vicentino.
Los garífunas son descendientes de indígenas arawak, kalinago (caribes insulares) y afrocaribeños. La población fundadora de la diáspora centroamericana, estimada entre 2.500 y 5.000 personas, fue trasplantada a la costa centroamericana desde la isla caribeña de la Commonwealth de San Vicente,[7] que era conocida por los garinagu como Yurumein,[8] en las Islas de Barlovento en las Antillas Británicas en las Antillas Menores. Las comunidades garífunas siguen viviendo en San Vicente y las Granadinas y en el extranjero, incluidos los garífunas estadounidenses.
Lengua garífuna
En 2001, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) declaró la cultura garífuna “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad”, al igual que el Archipiélago de Cayos Cochinos, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2015.
GarifunaExson Alejandro Flores Aranda es un pescador garífuna de 36 años y padre de 5 hijos. Nació y creció en la pequeña isla de East End en Cayos Cochinos, sale a pescar todos los días con su canoa de madera y sigue pescando de forma tradicional. La vida de su familia depende principalmente de la pesca de langosta. El pueblo garífuna se unió a la Fundación Cayos Cochinos/Honduras para los Arrecifes de Coral, trabajando por una pesca mejor y sostenible, han desarrollado una conciencia respetuosa hacia el medio ambiente y el mar. Son los únicos que pueden pescar en el parque nacional de Cayos Cochinos.
GarifunaSilvia Ramírez Pipian es una de las mujeres que trabaja en el pequeño hotel ecológico de East End. Ella cocina para los huéspedes del hotel, con el pescado capturado por su yerno Mario Flores y otros pescadores de la comunidad.
Garifuna honduras discriminación
ResumenLos métodos y entendimientos introducidos en los capítulos anteriores se utilizan para discutir el desarrollo sostenible indígena tal y como está surgiendo entre los afroindígenas garífunas en Honduras. Aunque los activistas, pensadores, líderes y profesionales garífunas comparten una estrecha relación geográfica con los grupos mayas, sus retos, culturas e historias son sustancialmente diferentes. Por ello, el desarrollo sostenible garífuna tiene su propia forma, centrada cada vez más en la autonomía territorial y la soberanía alimentaria.
En la década de los 30, el intelectual trujillano Sixto Cacho sostenía que el pueblo garífuna era de piel negra pero de cultura indígena. Hasta la fecha hemos logrado preservar buena parte del patrimonio cultural a pesar de la homogeneización promovida por el Estado, a través del sistema educativo y los medios de comunicación… En las últimas décadas se ha promovido la estafa cultural para erradicar la identificación garífuna para sustituirla por el vago término de afrodescendiente, desechando el patrimonio cultural de nuestros ancestros por una simple identificación de supuesta raza, negando esta forma el hibridismo genético del que somos portadores… La diferencia de visiones entre los garífunas y los que se autodenominan ‘afrodescendientes’ es abismal, los primeros buscan la autonomía territorial y la defensa de nuestras comunidades, los segundos se conforman con una inserción dentro de un sistema corrupto y las dádivas de poder de los sátrapas (dictadores controlados por extranjeros).
¿Cómo surgio la población garífuna? online
La carrera de Gilberto Amaya en el ámbito del desarrollo internacional le ha llevado a más de treinta países, donde ha puesto en marcha sistemas de energía renovable, proyectos agroindustriales e iniciativas de alivio de la pobreza. Por el camino, ha sido testigo de las luchas posteriores a la independencia de Estados soberanos cuyos nombres apenas se oyen en los noticiarios nocturnos de Estados Unidos: Burkina Faso, Togo, Zambia, Zimbabue. Nacido en Honduras, tiene recuerdos de haberse mezclado con comunidades de África, Asia, Europa y América Central y del Sur, y de haber sido acogido por ellas.
Sin embargo, cerca de su casa en Fairfax, Virginia, una burocracia le despojó momentáneamente de su identidad, incidente que desencadenó la búsqueda de Amaya para que la Oficina del Censo de Estados Unidos reconociera plenamente su condición de “garífuna”.
En la actualidad, Amaya es miembro del Comité Consultivo Nacional sobre Poblaciones Raciales, Étnicas y de Otro Tipo (NAC, por sus siglas en inglés) de la Oficina del Censo, que solicita recomendaciones para mejorar la precisión del recuento decenal a la hora de determinar las minorías étnicas, y está aliado con otras organizaciones garífunas, académicos y defensores afrolatinos que trabajan para documentar el patrimonio y aumentar la visibilidad del pueblo garífuna.