Logros de los incas
Los incas gobernaron un gran imperio desde principios del siglo XV hasta la conquista española en 1532. El vasto imperio equivalía a la distancia entre San Francisco y Nueva York, lo que lo convertía en uno de los más grandes de la época. Los incas ganaron poder y control al conquistar civilizaciones cercanas, por lo que pronto reunieron una población de unos doce millones de personas (Cartwright, “Inca Civilization”). Su legado aún perdura en Perú y en el resto de Sudamérica gracias a sus contribuciones e influencia.
Los orígenes de los incas aún no son seguros y son difíciles de rastrear. Se cuentan mitos de la creación para intentar explicar sus orígenes. Según la leyenda, el dios creador Viracocha salió del océano Pacífico y, al llegar al lago Titicaca, creó el sol y todas las etnias. Los incas fueron creados en Tiwanaku por Inti, el dios del sol, y por eso los incas se llamaban a sí mismos “hijos del sol”. Otra leyenda dice que Manco Capac, su esposa Mama Oglu, sus cuatro hermanos y cuatro hermanas partieron de Tampo T’ogo en busca de tierras fértiles (McEwan). Las numerosas aventuras y los intentos fallidos de encontrar tierra fértil finalmente dieron sus frutos. En el valle del Cuzco, después de derrotar a los nativos chanca, Manco Capac arrojó su vara de oro a la tierra y, cuando se hundió en ella, estableció el Cuzco como capital. Aunque los mitos de las creaciones eran muy importantes para los incas, la gente de hoy conoce muchas leyendas, pero no cree en ellas. Sean ciertas o no, los orígenes de los incas influyeron en la historia. Mientras tanto, el ascenso del imperio recién fundado se produjo con bastante rapidez.
Causa de la decadencia incaica
Los incas no nos dejaron con las manos vacías. Antes de desaparecer, nos dejaron su cultura. Nos dejaron un simple indicio de lo que hacían, de lo que temían, amaban y odiaban. Al final, los recordamos por esto.
Los incas duraron unos doscientos años. Sin embargo, no se perdieron en el tiempo. Recordamos a los incas por lo que hicieron y por lo que nos dejaron. Los recordamos a pesar de que aparentemente desaparecieron sin dejar rastro. Los motivos por los que los recordamos son sus hermosos ornamentos de oro, sus fantásticas carreteras de piedra, sus terrazas agrícolas y las ciudades talladas en piedra que dejaron atrás. Aunque hoy en día no existen muchos adornos de oro, los pocos que aún existen nos dan una idea de la belleza que en su día crearon. Las carreteras de piedra y las terrazas agrícolas nos permiten caminar por donde ellos lo hicieron y ver lo que ellos vieron. Los edificios tallados en piedra que han quedado nos dan una idea de lo que tenían que pasar a diario. Gracias a las cosas que dejaron atrás, los recordamos en su ausencia. Como un soplo de aire fresco, aprendemos sobre ellos y sus tragedias y guardamos en nuestra mente lo que nunca deberíamos repetir. Vemos los defectos de su pasado y podemos aplicarlo al nuestro. Porque nos enseñaron, nunca serán olvidados, y hasta el día de hoy, no han sido olvidados.
Imperio incaico
Si observamos un ladrillo incaico, nos daremos cuenta de que tiene muy poco de convencional. No hay ángulos rectos, ni esquinas adecuadas. Además, no es un rectángulo, sino un trapecio: un lado es más ancho y más cuadrado que el otro. Mira otro. Luego otro. Luego otro. No hay dos exactamente iguales, cada una es una versión poligonal de la única roca que es.
Apilados cuidadosamente como un juego de Tetris del siglo XV, estos bloques aparentemente desordenados han resistido 500 años de desastres, tanto naturales como humanos. Estas piedras, que son la firma del imperio precolombino, marcaron la expansión incaica a lo largo de 3.000 kilómetros por la espina dorsal de Sudamérica. La expansión duró sólo unas décadas, impulsada por la fuerza de un hombre llamado Pachacuti, el noveno Sapa Inca (término indígena quechua para “rey”). Su proyecto de construcción más impresionante fue Machu Picchu, un centro de veraneo de 200 edificios en la montaña para el gobernante y su familia. Pero esta maravilla del mundo es sólo un lugar en el que Pachacuti grabó cuidadosamente su legado -y conceptos de construcción que siguen ayudándonos a crear ciudades más resistentes- piedra a piedra.
Machu picchu
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Los incas fueron más notables por establecer el Imperio Inca en la América precolombina, que se centró en lo que hoy es Perú desde 1438 hasta 1533, y representó el apogeo de la civilización. Antes de 1438, el estado inca era conocido como el Reino de Cuzco. En el transcurso del Imperio Inca, los incas utilizaron la conquista y la asimilación pacífica para incorporar a su imperio, centrado en la cordillera de los Andes, el territorio del actual Perú y una gran parte del oeste de Sudamérica. Sin embargo, poco después de la Guerra Civil Inca, el último Sapa Inca (emperador) del Imperio Inca fue capturado y asesinado por orden del conquistador Francisco Pizarro, marcando el inicio del dominio español. Los restos del imperio se retiraron a las remotas selvas de Vilcabamba y establecieron el pequeño Estado Neo-Inca, que fue conquistado por los españoles en 1572.