La cultura griega
Al rastrear el vocabulario griego hasta su origen, normalmente nos remontamos a un periodo anterior a la gran época de Roma. Como testimonio de una cultura histórica, la lengua griega antigua es siglos más antigua que el latín. Se hablaba y escribía una forma reconocible de griego en la época de la Edad de Bronce micénica, unos 1500 años antes del nacimiento de Cristo y del gobierno de Augusto César. Los documentos de esta civilización palaciega del segundo milenio a.C., las célebres “tablillas lineales B”, no se descubrieron hasta nuestro siglo, y en la década de 1950 se reveló que eran una forma temprana de la lengua griega. El mundo helénico cayó en el analfabetismo durante la llamada “Edad Oscura” que siguió al colapso de los reinos de la Edad de Bronce; pero el arte de escribir griego se reinventó cuando se tomó prestado de los fenicios un nuevo sistema de símbolos alfabéticos (véase §98).
Entre los siglos VIII y IV a.C., antes de que Roma surgiera como una fuerza importante en el mundo mediterráneo, las ciudades-estado griegas gozaron de un asombroso nivel de energía intelectual y cultural. Fue un periodo de 400 años que comenzó con el poeta épico Homero, cuya Ilíada y Odisea se encuentran entre las obras supremas de la literatura mundial, y se cerró con Aristóteles y Alejandro Magno, un maestro y su alumno cuya influencia combinada en la historia de la humanidad difícilmente puede ser exagerada.
Antiguas culturas griegas
La Acrópolis (literalmente “Ciudad Alta”) es el lugar donde se encuentra el Partenón, uno de los mayores logros arquitectónicos de la historia del mundo. El templo arcaico original de la Acrópolis fue destruido por los persas en el saqueo de Atenas en el año 480 a.C. Décadas después de la derrota de los persas, el líder ateniense Pericles inició un programa de reconstrucción (que comenzó en el 447 a.C.). Sorprendentemente, la mayor parte del Partenón (un templo dedicado a la diosa Atenea) se construyó en apenas 9 años, con los últimos retoques terminados en el 432 a.C. Trágicamente, sólo hizo falta una fracción de segundo para casi destruirlo. En 1687, durante el asedio veneciano a la Atenas controlada por los otomanos, los venecianos lanzaron un proyectil de mortero contra la Acrópolis, impactando en los depósitos de pólvora que los turcos ocupantes guardaban en el interior del Partenón. La explosión creó las majestuosas ruinas que vemos hoy. Todas las mañanas se iza la bandera griega en un asta en lo alto de la Acrópolis, este impresionante monumento al ingenio y la imaginación humanos que ha sobrevivido durante casi 2.500 años.
La conquista romana de Grecia
La cultura de Grecia ha evolucionado a lo largo de miles de años, comenzando en la Grecia minoica y más tarde en la micénica, continuando sobre todo en la Grecia clásica, a la vez que ha influido en el Imperio Romano y su sucesor el Imperio Bizantino. Otras culturas y estados, como los estados francos, el Imperio Otomano, la República de Venecia y las monarquías bávara y danesa, también han dejado su influencia en la cultura griega moderna, pero los historiadores atribuyen a la Guerra de la Independencia griega la revitalización de Grecia y el nacimiento de una entidad única de su polifacética cultura.
Grecia está considerada como la cuna de la cultura occidental[1] y de la democracia. Las democracias modernas tienen una deuda con las creencias griegas sobre el gobierno del pueblo, el juicio con jurado y la igualdad ante la ley. Los antiguos griegos fueron pioneros en muchos campos que dependen del pensamiento sistemático, como la biología, la geometría, la historia,[2] la filosofía y la física. Introdujeron formas literarias tan importantes como la poesía épica y lírica, la historia, la tragedia y la comedia. En su búsqueda del orden y la proporción, los griegos crearon un ideal de belleza que influyó mucho en el arte occidental[3].
El legado de Grecia y Roma
Tanto Grecia como Roma son países mediterráneos, con una latitud lo suficientemente similar como para que ambos cultiven vino y aceitunas. Sin embargo, sus terrenos eran muy diferentes. Las antiguas ciudades-estado griegas estaban separadas entre sí por un paisaje de colinas y todas estaban cerca del agua. Roma estaba en el interior, a un lado del río Tíber, pero las tribus itálicas (en la península en forma de bota que es ahora Italia) no tenían las fronteras naturales de las colinas para mantenerlas fuera de Roma.
En Italia, alrededor de Nápoles, el monte Vesubio producía tierras fértiles al cubrir el suelo con tefra que envejecía hasta convertirse en una tierra rica. También había dos cordilleras cercanas al norte (Alpes) y al este (Apeninos).
El arte griego se considera superior al arte romano “meramente” imitativo o decorativo; de hecho, gran parte del arte que consideramos griego es en realidad una copia romana de un original griego. A menudo se señala que el objetivo de los escultores griegos clásicos era producir una forma de arte ideal, mientras que el objetivo de los artistas romanos era producir retratos realistas, a menudo con fines decorativos. Se trata de una simplificación evidente.