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La Diablada, también conocida como la Danza de los Diablos, es una danza folclórica andina realizada en la región del Altiplano de Sudamérica, caracterizada por intérpretes que llevan máscaras y trajes que representan al diablo y otros personajes de la teología y mitología precolombinas[1][2] combinados con elementos españoles y cristianos añadidos durante la época colonial. Muchos estudiosos han llegado a la conclusión de que la danza desciende de la danza de la llama en honor al dios Uru Tiw,[3] y del ritual aymara al demonio Anchanchu, ambos originarios de la Bolivia precolombina,[4][5] aunque hay teorías opuestas sobre los orígenes de la danza.
Aunque la danza ya se realizaba en la región andina en el siglo XVI, su nombre se originó en 1789 en Orouro (Bolivia), donde los artistas se vestían como el diablo en desfiles llamados Diabladas. El primer grupo organizado de Diablada, con música y coreografía definidas, apareció en Bolivia en 1904[2][6] También hay indicios de que la danza se originó entre los mineros de Potosí (Bolivia)[7], mientras que los bailes regionales de Perú y Chile también pueden haber influido en la versión moderna.
One World Soul of Dance, Bolivia
La Morenada es una danza folclórica cuyo origen se discute. Esta danza se practica principalmente en Bolivia[1] así como en Perú[2][3][4] y en los últimos años con la inmigración boliviana en Chile, Argentina y otros países.
La morenada es una de las danzas más representativas de la cultura boliviana. Destaca por la difusión de la danza y la música en las fiestas patronales y cívicas de diferentes regiones del país. La morenada fue declarada Patrimonio Cultural de Bolivia en 2011, a través de la Ley Nº 135, por su reconocida importancia a nivel nacional e internacional[5] A su vez, esta danza es interpretada durante el Carnaval de Oruro, en honor a la Virgen del Socavón, declarada Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la UNESCO. También se puede apreciar principalmente en la Fiesta del Gran Poder de la ciudad de La Paz también declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la misma institución y en todas las entradas folklóricas que se realizan en la mayoría de los pueblos, localidades y en muchos de los barrios de cada una de las ciudades de Bolivia ( en la ciudad de La Paz existen al menos 246 entradas folklóricas anuales, en cada una de las cuales se baila la morenada) .
La historia a través de las danzas folclóricas bolivianas
La Diablada, también conocida como Danza de los Diablos, es una danza folclórica andina realizada en la región del Altiplano de Sudamérica, caracterizada por intérpretes que llevan máscaras y trajes que representan al diablo y otros personajes de la teología y la mitología precolombinas[1][2] combinados con elementos españoles y cristianos añadidos durante la época colonial. Muchos estudiosos han llegado a la conclusión de que la danza desciende de la danza de la llama en honor al dios Uru Tiw,[3] y del ritual aymara al demonio Anchanchu, ambos originarios de la Bolivia precolombina,[4][5] aunque hay teorías opuestas sobre los orígenes de la danza.
Aunque la danza ya se realizaba en la región andina en el siglo XVI, su nombre se originó en 1789 en Orouro (Bolivia), donde los artistas se vestían como el diablo en desfiles llamados Diabladas. El primer grupo organizado de Diablada, con música y coreografía definidas, apareció en Bolivia en 1904[2][6] También hay indicios de que la danza se originó entre los mineros de Potosí (Bolivia)[7], mientras que los bailes regionales de Perú y Chile también pueden haber influido en la versión moderna.
Los diablos bailan la ‘Diablada’ en las calles de Oruro
El mestizaje, las imposiciones, la materia prima de la época y la mano de obra de los artesanos juegan un papel importante en la determinación de los códigos de vestimenta, según Danitza Guzmán, directora de Buenas Vibras Bolivia, que trabaja en un diccionario nacional de moda.
“La moda es un conjunto de prendas de vestir, adornos y accesorios basados en gustos, usos y costumbres que son utilizados por una mayoría durante un determinado periodo de tiempo y que marcarán tendencias de acuerdo a la duración de la misma, si nos guiamos por este concepto y por lo que representa cada una de las danzas, podemos decir que fueron desarrolladas por esos gustos, inquietudes y sensaciones cuando se gestaron, por lo que la moda en ese momento logró trascender y ya es parte de nuestra cultura boliviana”, dice Guzmán.
“Así que el departamento de La Paz tiene irrefutablemente el sombrero de chola, de la mujer pollera o el bombín”, dice la historiadora y experta en moda, Sayuri Loza, que es hija de Remedios Loza, la primera mujer pollera que llegó a ser parlamentaria y que participó en la radio y la televisión.