Oralia Domínguez; “L’amour est un oiseau rebelle”; Habanera
La última semana de octubre preparaba un altar con coloridas guirnaldas de papel picado y colocaba fotos de familiares queridos que habían fallecido. Colocaba objetos que los difuntos disfrutaban en vida, como su bebida favorita, un juguete, algo que nos recordara su vida en esta tierra.
Un altar para el Día de los Muertos también debe incluir algo que represente cada uno de los cuatro elementos; una creencia muy común entre los grupos indígenas mesoamericanos. El altar debe tener agua colocada en una jícara o en una vasija de barro, representando así el elemento agua. La colocación de frutas o alimentos en el altar, incluyendo el famoso pan de muerto, representa el elemento tierra. Las familias hacen una ofrenda de sus mejores frutas en el altar, como naranjas, plátanos, maíz, calabaza y manzanas. La colocación de guirnaldas de papel picado en el altar representa el elemento aire. Por último, el uso de velas representa el elemento fuego.
La popularidad que rodea al Día de los Muertos alcanza su punto álgido en esta época. Año tras año aumenta la curiosidad de otras culturas por esta fiesta tan especial. Tanto es así que ahora hay muchas películas, documentales, vídeos, blogs y todo tipo de medios de comunicación que cubren esta famosa festividad.
Real de Asientos Pueblo Mágico en Aguascalientes México
Un consejo de arquitectos, escenógrafos e historiadores de diferentes países forman la Lighting Urban Community International (LUCI). Es una organización que tiene como objetivo estudiar cómo las ciudades resaltan los monumentos, edificios históricos, templos y puntos de interés de las ciudades de todo el mundo. San Luis Potosí es la única ciudad latinoamericana que entró en este hermoso proyecto y a través de su Secretaría de Turismo, fue sede de este festival anual donde la ciudad se ilumina, especialmente sus antiguos monumentos y hermosos templos. Otras ciudades que participan en este festival en diferentes momentos del año son: París y Lyon en Francia, Liepzig y Frankfurt en Alemania, Madrid y Valladolid en España, Milán, Florencia y Turín en Italia, Glasgow en Escocia, Moscú en Rusia, Filadelfia en Estados Unidos, así como Bruselas, Budapest y otras.
MÉXICO con Mike Vondruska
Los enófilos no necesitan una razón para beber vino, pero un festival del vino es la excusa perfecta para beber MUCHO. La mayoría de los amantes del vino se dirigen a las grandes zonas de producción de vino, como Napa-Sonoma y Burdeos, pero ¿y si pudieras descubrir la siguiente gran región vinícola antes que nadie? Bienvenido a la región vinícola del centro de México.
México lleva elaborando vino más tiempo que cualquier otro país de América. Cuando los conquistadores españoles conquistaron México a principios del siglo XVI, se pusieron a trabajar en la plantación de viñedos para cultivar uvas destinadas a la producción de vino y brandy. El terreno que va desde la Ciudad de México hacia el norte hasta el Valle de Parras y hacia el oeste hasta la Península de Baja California resultó ser el terreno perfecto para el cultivo de la uva. México podría haberse convertido en una potencia vitivinícola si se le hubiera permitido continuar, pero como la madre patria dependía de los impuestos de los productos exportados, se impuso una prohibición a la Nueva España (y en consecuencia a todas las nuevas colonias de España en las Indias Occidentales) y la producción se redujo únicamente a fines eclesiásticos.
Esta prohibición continuaría hasta la Guerra de la Independencia de México, que terminó en 1821. Los siguientes 100 años fueron tumultuosos, con la tierra asolada por guerras y otras conquistas. La prohibición en Estados Unidos impulsó la producción de vino (y de otras bebidas alcohólicas), pero no fue hasta la década de 1970 cuando la producción de vino finalmente echó raíces y comenzó a prosperar.
Paunjalay, Mangalay, Tahing Baila, Voyage y Singkil
El 2,5% de todos los hablantes indígenas de México son hablantes de huasteco. El huasteco forma parte del grupo lingüístico maya; casi el 60% de los hablantes de huasteco viven en San Luis Potosí, y un número significativo también vive en Veracruz.
La mayoría de los materiales utilizados en la investigación mexicana están escritos en español. Sin embargo, no es necesario hablar o leer español para investigar en los registros mexicanos. Sin embargo, necesitará conocer algunas palabras y frases clave para entender los registros.
El idioma oficial de México es el español, que es hablado por el 90 por ciento de la población. Las lenguas indígenas de los aztecas, los mayas y otras tribus todavía se hablan en todo el país. Originalmente, puede haber habido más de 200 raíces de lenguas nativas.
En los inicios de la historia de México, tras la conquista española, los líderes espirituales sabían latín y, donde se establecieron escuelas, el latín era una asignatura obligatoria, por lo que es posible que se encuentren algunos términos latinos incluidos en los registros de la iglesia.
Existían cientos de lenguas y dialectos nativos, aunque muy pocos registros escritos sobrevivieron a la conquista europea. De ellas, la lengua náuatl, hablada por los aztecas de la región de la meseta central, es la predominante, seguida del maya de la península de Yucatán y del norte de Centroamérica. Le siguen en importancia el zapoteco, el mixteco y el otomí.