¿Cuáles son las tradiciones de Tierra del Fuego?

¿Cuáles son las tradiciones de Tierra del Fuego?

Tehuelche

La vida es dura en el archipiélago de Tierra del Fuego occidental, en el punto más meridional del continente sudamericano. Es un país azotado por el viento, con ventiscas 80 días al año, hasta cinco metros de lluvia o nieve y sólo 20 días de sol al año. A veces, los indios pueden beber el agua dulce de las fuertes lluvias que forma una capa sobre el agua salada del océano. No hay tierra cultivable, pocos peces en el océano, ni minerales ni otras materias primas. Los nombres de los lugares reflejan las condiciones de vida Isla Desolación, Bahía Última Esperanza. La muerte, más que la vida, parece gobernar los interminables fiordos, canales, glaciares y laderas de las montañas.

Los primeros exploradores que visitaron la zona se sorprendieron de que los humanos pudieran sobrevivir en este duro entorno. Según cuentan, los indígenas locales reflejaban las condiciones naturales en las que vivían. Desde un punto de vista etnocéntrico, describieron a los indios como los más “salvajes” e incivilizados de todo el mundo. Se dice que Darwin los clasificó como algo intermedio entre los simios y los seres humanos.

Población de Tierra del fuego

El turismo en la provincia es uno de los potenciales más importantes. Su riqueza natural y su variada geografía la muestran como un archipiélago lleno de belleza que no ha dejado de inspirar a escritores como Julio Verne, que han encontrado en el encanto fueguino una fuente de inspiración.

Cada vez más, la latitud sur es la meca de miles de visitantes de todo el mundo que recorren esta geografía admirando el encanto de sus paisajes. Además, Tierra del Fuego es el punto de referencia obligado en el creciente tráfico de visitantes a la Antártida.

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La Isla Grande de Tierra del Fuego es probablemente uno de los lugares del planeta sobre los que más se ha escrito. Desde los navegantes del siglo XVI hasta los cronistas del siglo XIX han llevado a Europa noticias sobre estas “latitudes habitadas por el hombre prehistórico”. Lo cierto es que su particular situación geográfica unida a la magia y el misterio dotados por la pluma de Julio Verne han tenido durante años un encanto especial para todos los que la visitan.

Ahora, por razones que aún se desconocen, algunos ejemplares de trucha común van al mar y sólo ascienden a los ríos para desovar. Esta práctica les confiere características de animales marinos, por lo que adquieren un color plateado y pesos que superan fácilmente los diez kilogramos.

Fueguinos

En el “Fin del Mundo”, en la región de Tierra del Fuego del archipiélago argentino, existe una clara historia de asentamiento europeo. Los europeos, motivados por las conquistas de oro, petróleo y pastizales de primera calidad, navegaron hasta esta zona del extremo sur con la esperanza de obtener ganancias monetarias. Hoy, las ciudades del sur de Argentina recogen sus raíces de esta rica historia. Sin embargo, antes de la afluencia de gente extranjera, existían varios grupos humanos relativamente poco conocidos. Los yaganes (o yámanas), los alacaluts y los onas recorrían la zona desolada, soportando las duras condiciones climáticas y encontrando poca competencia para la fauna y los recursos marinos de los que dependían para sobrevivir.

Al igual que los alacaluts, los yaganes eran viajeros en canoa que vivían en los laberínticos canales y vías fluviales de Tierra del Fuego. Cazaban con arpones pesados y su botín incluía grandes animales marinos, peces y mariscos. Incluso en las condiciones climáticas más duras, sólo llevaban escasa ropa y recorrían la región nevada con los pies descalzos. Charles Darwin, en su viaje por el Canal de Beagle, quedó impresionado al observar “a esta gente que iba desnuda y descalza sobre la nieve”. Al depender de los recursos marinos y vivir tan cerca del mar, era lógico que se cubrieran el cuerpo con grasa de pescado o animal para protegerse del viento y el frío. Los yaganes tenían constantemente un fuego encendido para mantenerse calientes; incluso se arriesgaban a perder su transporte encendiendo fuegos dentro de sus canoas de corteza, que les proporcionaban calor mientras viajaban por las frías aguas. El propio nombre de esta región, Tierra del Fuego, está inspirado en este grupo de indígenas. Los exploradores españoles nombraron este nombre cuando viajaban en busca de las Islas de las Especias, pasando por las costas de Tierra del Fuego y viendo la tierra salpicada de fuegos hechos por el hombre.

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Selknam

Enclavada en la pared sur de la isla de Tierra del Fuego, Ushuaia es la ciudad más meridional de Argentina -y, más o menos, del mundo-. Desde Buenos Aires, se vuela hacia el sur sobre el agua, durante horas. Luego se acerca a baja altura sobre valles nevados, donde el hielo alisa las cavidades de las laderas sin sol hasta bien entrado el verano de diciembre.

Esta cuña de viviendas y almacenes de bordes afilados da la espalda al inimaginable desierto de los Andes. Medio ojo revisa las frías aguas del Canal de Beagle, pero sobre todo Ushuaia se pasea de un lado a otro donde puede, trazando y desandando sus propias calles, pistas y caminos.

Casi todos los viajes turísticos a la Antártida parten de aquí. Los pasajeros, como yo, vuelan al aeropuerto de larga pista -donde una vez aterrizó el Concorde, pero que ahora alberga sobre todo aviones A319 y B737- antes de trasladarse, como yo, a uno u otro de los cruceros que se alinean en el muelle, para el viaje hacia el sur, más allá del Cabo de Hornos hacia el hielo.

“La gente de aquí tiene la mente vacía”, dice la guía local Paula García, mirándome para asegurarse de que lo entiendo. La verdad es que no lo entiendo, pero después de un día en el fin del mundo, siento que capto su idea.