¿Cuáles son sus costumbres de los elefantes?

¿Cuáles son sus costumbres de los elefantes?

Datos sobre los elefantes

Los elefantes son los animales terrestres más grandes que existen. Actualmente se reconocen tres especies vivas: el elefante africano de la selva, el elefante africano de los bosques y el elefante asiático. Constituyen una agrupación informal dentro de la familia de proboscídeos Elephantidae. Elephantidae es la única familia de proboscídeos que ha sobrevivido; los miembros extintos son los mastodontes. Elephantidae también contiene varios grupos extintos, como los mamuts y los elefantes de colmillos rectos. Los elefantes africanos tienen las orejas más grandes y la espalda cóncava, mientras que los asiáticos tienen las orejas más pequeñas y la espalda convexa o nivelada. Los rasgos distintivos de todos los elefantes incluyen una larga probóscide llamada trompa, colmillos, grandes orejeras, patas enormes y una piel dura pero sensible. La trompa se utiliza para respirar, llevar comida y agua a la boca y agarrar objetos. Los colmillos, derivados de los dientes incisivos, sirven tanto de armas como de herramientas para mover objetos y cavar. Las grandes aletas de las orejas ayudan a mantener una temperatura corporal constante, así como a la comunicación. Las patas en forma de pilar soportan su gran peso.

Hábitat del elefante

El elefante africano es el animal terrestre más grande del mundo: los machos adultos, o elefantes macho, miden hasta 3 m de altura y pesan hasta 6.000 kg de media.  Los machos sólo alcanzan su tamaño máximo a los 35-40 años, lo que supone más de la mitad de su vida, ya que los elefantes salvajes pueden vivir hasta 60-70 años.

Hay dos especies de elefantes: El africano y el asiático. Las orejas de los elefantes africanos son mucho más grandes que las de sus primos y se describen con la forma del continente africano, mientras que las de los elefantes asiáticos tienen la forma del subcontinente indio.

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Los elefantes se alimentan de hierbas, hojas, arbustos, frutos y raíces según la estación y su hábitat. Cuando la estación es especialmente seca, los elefantes comen más partes leñosas de árboles y arbustos, como ramitas, ramas y cortezas. Necesitan comer hasta 150 kg de comida al día -lo que equivale a unas 375 latas de judías cocidas-, aunque la mitad de esta cantidad puede quedar sin digerir.

Los elefantes se comunican de diversas maneras: con sonidos como el de las trompetas (algunos sonidos son demasiado bajos para que las personas los oigan), con el lenguaje corporal, con el tacto y con el olor. También pueden comunicarse mediante señales sísmicas -sonidos que crean vibraciones en el suelo- que pueden detectar a través de sus huesos.

Ciclo vital del elefante, desde su nacimiento hasta su muerte

Los elefantes se clasifican en dos especies: el elefante africano (Loxodonta africana) y el elefante asiático (Elephas maximus). Los elefantes viven en grupos familiares matrilineales muy unidos, dirigidos por una matriarca que suele ser la hembra de mayor edad. En sus hábitats, los elefantes desempeñan el papel de especies clave y de ingenieros de los ecosistemas, ya que reconfiguran el medio ambiente, arrancando la vegetación mientras buscan comida y creando nuevos pozos de agua cuando excavan en busca de agua.

La pérdida de hábitat es una de las principales amenazas a las que se enfrentan los elefantes. Las proyecciones del cambio climático indican que partes clave del hábitat de los elefantes se volverán mucho más calientes y secas, lo que provocará peores condiciones de alimentación y amenazará la supervivencia de las crías. El aumento de los conflictos con los seres humanos debido a la invasión del hábitat de los elefantes y la caza furtiva por el marfil también están provocando la disminución de los elefantes en todo el mundo.

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Compre productos de forma responsable: evite el aceite de palma y las maderas amenazadas de la selva tropical, compre café cultivado a la sombra y cacao sostenible, y reduzca su huella de carbono. Elige viajes de ecoturismo y operadores turísticos responsables y trata a los animales salvajes con respeto.  Defiende la protección de los hábitats y la vida silvestre.

Elefante hembra

Se han lanzado una serie de gritos de guerra para desafiar a los científicos que trabajan en el comportamiento animal a pensar en las aplicaciones de su trabajo para la conservación. Sin embargo, las acciones para integrar los resultados de estos trabajos en el diseño y la aplicación de medidas de conservación han sido limitadas (Caro, 2007; Caro y Sherman, 2013; Greggor et al., 2014; Berger-Tal et al., 2015; Barrett et al., en prensa). En la ciencia de la conservación aplicada, las necesidades, el contexto social, la cultura y el comportamiento de los individuos y grupos de personas son factores esenciales en los modelos centrados en el ser humano que dominan el panorama del campo (Dickman, 2010). Vemos la necesidad de un plan claro que también reconozca y aplique estos factores a la vida silvestre. Cuando la investigación del comportamiento animal se aplica a la conservación en la práctica, puede tener éxito porque presta una cuidadosa atención a las causas subyacentes del problema desde la perspectiva del animal afectado [observando el comportamiento antidepredador impulsado por la presa para localizar a los depredadores en peligro-Ale y Brown (2009); por ejemplo, la atención a la dinámica social en las translocaciones-Shier y Swaisgood (2012); la comprensión de cómo los animales aprenden unos de otros con el fin de gestionar las liberaciones exitosas en la naturaleza-Berger-Tal y Saltz (2014)]. Aquí nos centramos en una cuestión de conservación concreta que se centra en las interacciones entre los seres humanos y una importante megafauna paraguas, el elefante.

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