Reglas del budismo
Bahm afirma que Chanda es “desear lo que, y no más de lo que, se alcanzará”, mientras que Tanha es “desear más de lo que se alcanzará”[24] Sin embargo, en los primeros textos budistas, añade Bahm, el término Chanda incluye ansiedades y es ambiguo, donde se describen cinco tipos de Chanda, a saber, “buscar, ganar, atesorar, gastar y disfrutar”[25] En estos primeros textos, el sentido de la palabra Chanda es el mismo que el de Tanha[25].
Algunos autores, como Ajahn Sucitto, explican Chanda como algo positivo y no patológico, afirmando que es distinto de Tanha, negativo y patológico[26] Sucitto lo explica con ejemplos como el deseo de aplicarse a una acción positiva como la meditación. [26] En cambio, Rhys Davids y Stede afirman que Chanda, en los textos budistas, tiene connotaciones tanto positivas como negativas; como vicio, por ejemplo, el texto pali asocia Chanda con “la lujuria, el deleite en el cuerpo” afirmando que es una fuente de miseria[27].
Rituales budistas
Las cuatro verdades aparecen en muchas formas gramaticales en los antiguos textos budistas,[16] y se identifican tradicionalmente como la primera enseñanza impartida por Buda.[nota 1] Aunque a menudo se las califica como una de las enseñanzas más importantes del budismo,[17] tienen una función tanto simbólica como propositiva.[18] Simbólicamente, representan el despertar y la liberación de Buda, y del potencial de sus seguidores para alcanzar la misma experiencia espiritual que él. [Como proposiciones, las Cuatro Verdades son un marco conceptual que aparece en el canon pali y en las primeras escrituras budistas sánscritas híbridas,[20] como parte de la “red de enseñanzas” más amplia[21] (la “matriz del dhamma”),[22] que han de tomarse en su conjunto[21]. Proporcionan un marco conceptual para introducir y explicar el pensamiento budista, que ha de ser comprendido o “experimentado” personalmente[23][nota 2].
Como proposición, las cuatro verdades desafían una definición exacta, pero se refieren y expresan la orientación básica del budismo:[24] el contacto sensorial no vigilado da lugar al ansia y al aferramiento a estados y cosas impermanentes,[25] que son dukkha,[26] “incapaces de satisfacer”[web 4] y dolorosos. [25][27][28] Este anhelo nos mantiene atrapados en el samsara,[nota 3] “vagabundeo”, que suele interpretarse como el ciclo interminable del renacimiento repetido,[nota 4] y el dukkha continuo que conlleva,[nota 5] pero que también se refiere al ciclo interminable de atracción y rechazo que perpetúa la mente del ego. [Hay una manera de poner fin a este ciclo,[30][nota 6] a saber, alcanzando el nirvana, la cesación del ansia, a partir de la cual el renacimiento y el dukkha que lo acompaña ya no volverán a surgir[nota 7][31] Esto puede lograrse siguiendo el óctuple sendero,[nota 1] limitando nuestras respuestas automáticas al contacto sensorial mediante la contención, cultivando la disciplina y los estados saludables, y practicando la atención plena y la dhyana (meditación)[32][33].
Creencias del budismo
En el budismo, la iluminación (llamada bodhi en el budismo indio, o satori en el budismo zen) es cuando un budista encuentra la verdad sobre la vida y deja de renacer porque ha alcanzado el Nirvana. Una vez que se llega al Nirvana no se vuelve a nacer en el samsara (que es el sufrimiento). Los budistas creen que una persona puede iluminarse siguiendo el Camino del Medio; el Camino del Medio no es demasiado extremo en ninguna de las formas de vida, ni una vida extremadamente lujosa de facilidad y disfrute ni una vida extremadamente dura en la que se vive con el mínimo de las necesidades más básicas. Uno desarrolla Sila (moralidad), Samadhi (concentración) y Prajna (perspicacia o sabiduría). Según muchos monjes y monjas budistas, esto lleva mucho tiempo.
Después de establecer una base sólida de Sila (moralidad), los budistas se iluminan mediante la meditación. Mientras practican la meditación Vipassana, relajan su mente con una clara comprensión de la ley de la impermanencia, lo que despeja su mente de todos los apegos; se destruyen el ansia, la aversión y la ilusión.
Budismo deutsch
Cuando practicamos la meditación de atención plena, surgen muchas cosas en la conciencia. Por lo general, dirigimos nuestra atención a cada cosa por separado: diferentes pensamientos, sentimientos, sensaciones corporales, estados mentales. A menudo no dirigimos nuestra atención a lo que está observando, a lo que parece estar pensando, a lo que es consciente. Esto es lo que quiero hacer hoy: buscar realmente, de manera muy práctica, quién es el que está buscando, quién es el que está practicando. Por supuesto, tú dices que estoy buscando, que estoy practicando. Pero, ¿quién es ese yo? ¿Puedes mostrármelo? Cuando lo buscamos, ¿qué encontramos?
El Buda dijo que enseñaba una cosa y sólo una cosa: el sufrimiento y el fin del sufrimiento. ¿A qué se refería cuando hablaba de acabar con el sufrimiento? ¿Qué tipo de sufrimiento? No se refería al sufrimiento que llevamos a la consulta del terapeuta. No hablaba directamente de los conflictos en las relaciones, ni de las dificultades de comunicación con nuestros cónyuges o hijos adolescentes.
No hablaba de encontrar una dirección mejor para nuestra vida. Le interesaba más el gran sufrimiento existencial que todos experimentamos por el hecho de estar vivos. El mundo está en llamas, dijo. La mente está en llamas. Y lo único que importa es apagar ese fuego, apagarlo. Para ello tenemos que encontrar la fuente del fuego y el combustible que lo alimenta, que él identificó como un cierto tipo de ignorancia o desconocimiento culpable. Nos quemamos porque no sabemos realmente quiénes somos. Hoy intentaremos acercarnos a saber quiénes somos.