Él te vigila desde el cielo
Los ángeles nunca se cansan, ya que no tienen cuerpos físicos con energía limitada como las personas. Así que los ángeles no necesitan dormir. Eso significa que los ángeles de la guarda son libres de seguir trabajando incluso cuando las personas a las que cuidan están durmiendo y soñando.
Si tienes insomnio, los ángeles de la guarda pueden ayudarte a dar a tu cuerpo el sueño que necesita, dicen algunos creyentes. Doreen Virtue escribe en su libro “Healing with the Angels” que “los ángeles nos ayudarán a dormir bien si pedimos y seguimos su guía. Al hacerlo, nos despertamos renovados y con energía”.
Tus ángeles de la guarda pueden ayudarte a relajarte asistiéndote en el proceso de dejar ir las emociones negativas que pueden dañar tu salud si te aferras a ellas. En su libro “Angel Inspiration: Juntos, los humanos y los ángeles tienen el poder de cambiar el mundo”, Diana Cooper escribe: “Los ángeles ayudan especialmente cuando se duerme por la noche. Todos guardamos la ira, el miedo, la culpa, los celos, el dolor y otras emociones perjudiciales. Siempre puedes pedirle a tu ángel de la guarda que te ayude a liberar los bloqueos emocionales durante el sueño antes de que inevitablemente se conviertan en problemas físicos.”
Velar por nosotros significa
Según la tradición cristiana, cada uno de nosotros tiene un ángel de la guarda, que nos acompaña desde que nacemos hasta el momento de nuestra muerte, y permanece a nuestro lado en todos los momentos de nuestra vida. La idea de un espíritu, de una entidad sobrenatural que sigue y supervisa a cada ser humano, ya estaba presente en otras religiones y en la filosofía griega. En el Antiguo Testamento podemos leer que Dios está rodeado de una auténtica corte de figuras celestiales que le adoran y realizan acciones en su nombre. Incluso en estos libros antiguos, son frecuentes las referencias a los ángeles enviados por Dios como protectores de las personas y los individuos, así como mensajeros. En el Evangelio, Jesús invita a respetar incluso a los más pequeños y humildes, en una referencia a sus ángeles, que los vigilan desde el cielo y contemplan el rostro de Dios en todo momento.
El Ángel de la Guarda, por tanto, está vinculado a todo aquel que vive en gracia de Dios. Los Padres de la Iglesia, como Tertuliano, San Agustín, San Ambrosio, San Juan Crisóstomo, San Jerónimo y San Gregorio de Nisa, sostenían que existía un ángel de la guarda para cada persona, y aunque todavía no había una formulación dogmática sobre esta figura, ya durante el Concilio de Trento (1545 – 1563) se afirmó que cada ser humano tenía su propio ángel.
Vigilar en tagalo
Pero la Biblia nos dice que para el creyente nada sucede fuera del control de Dios, y sí, si conocemos a Cristo, sus ángeles nos vigilan continuamente. La Biblia dice que Dios “mandará a sus ángeles acerca de ti para que te guarden en todos tus caminos” (Salmo 91:11). También enseña que los ángeles -aunque en gran medida no se ven- velan por nosotros y trabajan por nuestro bien. La Biblia dice: “¿No son todos los ángeles espíritus ministradores enviados para servir a los que heredarán la salvación?” (Hebreos 1:14).
Por tanto, en lugar de un solo ángel, Dios nos rodea de una hueste de ángeles que nos protegen y van delante de nosotros. Aunque vengan tiempos difíciles, Satanás nunca podrá arrebatarnos su protección, y algún día nos escoltarán con seguridad al cielo. La realidad de los ángeles de Dios debería darnos una gran confianza en las promesas de la Biblia.
Aunque los ángeles son reales, no debemos preocuparnos por ellos ni adorarlos. Sólo Dios es digno de nuestra adoración, y sólo Cristo nos salva. Confíe sólo en Él como su Salvador, porque “en ningún otro se encuentra la salvación, pues no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que podamos ser salvados” (Hechos 4:12).
Vigilar en una frase
Cuando recitamos el Credo de Nicea, decimos que creemos en “las cosas que se ven y las que no se ven”. Afirmamos que la Creación de Dios incluye tanto realidades materiales como inmateriales, o espirituales. Dado que sólo podemos percibir a través de nuestros sentidos, las realidades espirituales deben manifestarse a nosotros a través de algún intermediario. En la Biblia, los ángeles son seres espirituales que a veces median la presencia invisible de Dios en forma visible.
Si cuando éramos niños esta explicación nos resultaba confusa, nuestra imaginación aún podía captar la idea de que en este mundo hay algo más de lo que vemos u oímos, y la idea de que compañeros espirituales velaban por nosotros era tranquilizadora. Los ángeles eran como puentes entre este mundo y el cielo, mensajeros que iban y venían entre nosotros y el inmenso misterio de Dios, un Ser tan totalmente distinto que era difícil de relacionar si no era con imágenes humanas.
La liturgia de hoy celebra a tres de esas figuras angélicas mencionadas en la Biblia, los mensajeros de Dios Miguel, Gabriel y Rafael, que fueron enviados para manifestar la voluntad de Dios en la tierra. En cierto modo, cada uno de ellos prefiguró la plena manifestación del cielo en la tierra, la unión de lo divino y lo humano, revelada en la Encarnación de Jesús. El Evangelio de hoy se centra en este misterio en el relato del encuentro de Natanael con Jesús.