Tradiciones funerarias en mexico
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Existen pocas investigaciones científicas sobre el proceso de duelo y las creencias sobre la muerte de los latinos. En algunas culturas latinas la muerte se ve como una prolongación de la vida, una creencia que parece ayudar positivamente en el proceso de duelo. Los rituales y las ceremonias para honrar a los muertos se siguen practicando en muchas culturas latinas y están enraizados en parte en su herencia cultural.
Se puede prestar una atención culturalmente competente cuando se comprenden las creencias y los valores sobre la muerte. Permitir a los clientes latinos hacer el duelo y honrar a los muertos de una manera culturalmente apropiada mejorará la relación enfermera/cliente/familia.
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En caso de fallecimiento, hay que ponerse en contacto con un médico o una persona autorizada por la Secretaría de Salud de México. Este debe confirmar la fecha y la hora del fallecimiento, y emitir el Certificado de Defunción preliminar antes de que el difunto pueda ser trasladado a una funeraria. El Certificado de Defunción se expide con tres copias: una para el Registro Civil, otra para la institución médica y otra para el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
El acta de defunción y la autorización de inhumación o cremación son expedidas por el Registro Civil del lugar donde se ha producido el fallecimiento, y contienen información sobre el fallecido, así como la causa de la muerte. Los trámites ante el Registro Civil pueden ser realizados por la funeraria.
Los restos intactos se conservan en una tumba durante un mínimo de seis años después del entierro (cinco años si el fallecido era menor de 15 años), tras lo cual se exhuman y se incineran. Los restos sólo se conservan indefinidamente si la parcela de la tumba se mantiene a perpetuidad y se ha pagado con fondos privados.
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¿Sabías que Descanse en Paz utiliza la forma imperativa y por lo tanto es una orden al difunto para que no ande perdido en el más allá sino que “Descanse en Paz”; mientras que Descansa en Paz es simplemente un comentario de que el alma del difunto está en reposo, como en el querido difunto “descansa en paz”?
El lunes anterior al Día de la Revolución, el hermano de mi marido, J, fue encontrado junto a la carretera inconsciente. Alguien que sabía quién era se puso en contacto con su hermana T, que tiene la tortillería en el pueblo. Ella hizo que su hermano B y su padre fueran a recoger a J y lo llevaran al hospital. Más tarde, lo dejaron al cuidado de su esposa. Ella lo llevó a La Yacata diciendo que no podía cuidar de él. Supongo que le entró el pánico pensando que tendría que cuidar de un marido inválido el resto de su vida. Ella no podía saber que el resto de su vida eran sólo unos días.
No supimos que J estaba en casa de su padre hasta el miércoles. No sé cuál era el gran secreto, pero la familia de mi marido es rara a veces. Su padre, de 70 años, hacía lo que podía, pero J estaba rígido y no respondía. Estaba consciente y podía abrir los ojos, pero eso es todo.
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Oficialmente en México, el 1 de noviembre está dedicado a Todos los Santos y el 2 a los Fieles Difuntos. Sin embargo, la tradición popular dice que el 1 se dedica a los niños muertos y el 2 a los adultos muertos. Aunque estas celebraciones son producto de dos culturas tradicionales, la hispana y la indígena, la distinción entre ambas celebraciones proviene de la época prehispánica.
En el ritual indígena nahua había dos celebraciones dedicadas a los muertos: la Fiesta de los Muertecitos y la Fiesta Grande de los Muertos. Estas celebraciones, además de estar dedicadas a los muertos, también lo estaban al final de los ciclos agrícolas.
La celebración española de las almas muertas no es tan intensa ni festiva como la de los indios. En esta tradición, el mes de noviembre se denomina “mes de las almas muertas”. La única similitud real entre esta celebración y la de los indios en México es la dedicación del 2 de noviembre a la conmemoración de los miembros difuntos de la familia. Este día conmemorativo fue establecido en Europa en el siglo IX por el Papa Gregorio IV, y desde entonces ha ido perdiendo rápidamente su importancia en España.