¿Cuáles son los moriscos?

Al hajari

Los moriscos (español: [moˈɾiskos], catalán: [muˈɾiskus]; portugués: mouriscos [mo(w)ˈɾiʃkuʃ]; en español, “moro”) eran antiguos musulmanes y sus descendientes a los que la Iglesia católica y la Corona española ordenaron convertirse al cristianismo o enfrentarse al exilio obligatorio después de que España prohibiera la práctica abierta del islam por parte de su considerable población musulmana (denominada mudéjar) a principios del siglo XVI. [1]

Los monarcas portugueses y españoles unificados desconfiaban de los moriscos y temían que provocaran nuevas invasiones del Imperio Otomano tras la caída de Constantinopla[2], por lo que entre 1609 y 1614 comenzaron a expulsarlos sistemáticamente de los distintos reinos del reino unido. Las expulsiones más severas se produjeron en el Reino de Valencia oriental. El número exacto de moriscos presentes en España antes de la expulsión se desconoce y sólo puede adivinarse a partir de los registros oficiales del edicto de expulsión. Además, el éxito global de la expulsión es objeto de debate académico, con estimaciones sobre la proporción de los que evitaron la expulsión o regresaron a España que oscilan entre el 5% y el 40%[3][4] La gran mayoría de los expulsados definitivamente se asentaron en la franja occidental del Imperio Otomano y el Reino de Marruecos. El último proceso masivo contra moriscos por prácticas criptoislámicas tuvo lugar en Granada en 1727, y la mayoría de los condenados recibieron penas relativamente leves[5].

Ck3 taqiyya

Expulsados de los reinos españoles entre 1609 y 1614, más de 300.000 moriscos dieron lugar a asentamientos provisionales y definitivos en la cuenca mediterránea. El autor pretende arrojar luz sobre la dispersión de esta minoría con el objetivo de hacer dialogar su trágica historia con algunas categorías debatidas por las ciencias sociales: refugiados, diáspora, identidad, extranjería, movilidad y translocalidad. Con su compleja y particular situación política, los principados y reinos italianos del siglo XVII son el laboratorio elegido para explicar algunas tesis e ilustrar el destino de una etnia que ya fue juzgada por los monarcas españoles como compuesta por “peligrosos criptomusulmanes”.

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El año 11492 se considera tradicionalmente como el inicio de la Primera Edad Moderna por el descubrimiento del continente americano. En cuanto a España, reino del que partieron las tres carabelas, este año también marcó el fin de la Reconquista de la Península Ibérica, dirigida por los Reyes Católicos Fernando e Isabel, y la expulsión del pueblo judío. América, la Reconquista y la expulsión provocaron un flujo migratorio sin precedentes. En concreto, las dos últimas estuvieron en el origen de la afluencia de oleadas de refugiados españoles musulmanes y judíos en el área mediterránea.1

Castizo

El excelente estudio preliminar de López Baralt discute la autoría y las diferentes hipótesis que se han propuesto, ninguna de ellas convincente o suficientemente probada, sobre el manuscrito y sus otras copias. También sitúa la obra en el contexto de la literatura morisca en el exilio, de la que presenta un resumen bien documentado y muy útil del estado de la erudición. Me ha interesado especialmente, entre otras cosas, la necesidad que plantea López Baralt de leer entre líneas, teniendo en cuenta que el escritor procede de una cultura y un medio en el que era necesario utilizar el secreto, el disimulo, las medias palabras y la autocensura. Y muestra cómo el autor anónimo lo hace en sus críticas veladas al país de acogida o en la forma de presentar las cosas que le gustaban (la poesía, por ejemplo) del país y la lengua de la que procede. En este anónimo morisco, como nos muestra López Baralt, existe también una obsesión por el honor, por las apariencias y por el orgullo de la pureza de sangre.

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Mudéjares

Nuestro estudio trata de un periodo en el que los musulmanes andaluces comenzaron a descender rápidamente de la cumbre. Pretendemos examinar desde perspectivas socioculturales y religiosas la historia de los moriscos, los musulmanes bereberes, árabes, judíos o españoles, que asistieron a la caída de Gnrata tras elegir el Islam como religión, luego, expuestos a deportaciones y represiones, pero que tuvieron que quedarse en Andalucía por diversos motivos, aceptaron oficialmente el cristianismo pero han tratado de transferir la fe islámica que han ocultado a las siguientes generaciones.

Si se estudia bien la Europa de los siglos XVI y XVII, se ve que la lucha española contra los moriscos no es sólo una guerra religiosa. La guerra protestante que se libraba en el interior contra los alemanes que empezaban a fortalecerse en el norte, la rivalidad con los británicos más allá del océano, y la amenaza otomana en el Mediterráneo y en Europa, que podía extenderse a sus cercanías en cualquier momento, empujaron a los españoles a cooperar con el Vaticano, y trataron de establecer la unión católica española como una fuerte columna vertebral contra las amenazas del exterior. Un morisco era visto como un espía otomano, un protestante como un espía alemán y un judío como un espía británico, otomano o francés. Los españoles no podían tener problemas con un simple morisco musulmán. La cristianización y expulsión de los musulmanes, más trabajadores, más educados, con personal técnico y que pagaban más impuestos, tardó demasiado por las inestabilidades de estrategia de los Reyes de España en el camino hacia la Gran España.