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El tango siempre se ha presentado en todo el mundo con su propia impronta, siguiendo la huella de la cultura argentina, porque así se dio a conocer y así se ama. La atracción se encuentra en la danza y el abrazo, el entrelazamiento de piernas y brazos que rodean los sentimientos y la melodía que los acompaña. Sin embargo, en muchas latitudes es sólo la música la que llama la atención. La compleja aportación del bandoneón, el sonido lejano y vivencial del sufrimiento, del dolor. La profundidad del alma. La danza llega, pero más tarde, si es que llega.
Recuerdo que una vez, estando en una milonga con una gran profesora de tango, mirando la pista de baile, siguiendo a una pareja en ese enjambre, me dijo: “mira, bailan tango en el extranjero”. La expresión es justamente esa, ciertamente no es insultante ni despectiva, ¡ellos bailan lo nuestro como son, en su propio idioma! Y qué mejor halago que seguir siéndolo y poder bucear en lo que otros en otros lugares han podido desarrollar de forma diferente a lo que propone nuestro entorno cotidiano. El tango es tan rico y genuino en eso, que logra, permite, que más allá del origen, ese intrincado sentimiento nos pertenezca a todos. La manera puede cambiar, la forma puede variar, pero al fin y al cabo no cambia su esencia profunda.
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Los Abuelos de la Nada fue una banda argentina de new wave/rock que pasó por varias encarnaciones, todas ellas lideradas por el cantante y compositor Miguel Abuelo. El grupo produjo numerosos singles de éxito a lo largo de la década de 1980 como “Sin Gamulán”, “Costumbres argentinas”, “Mil horas”, “Himno de mi corazón”, “Lunes por la madrugada” y “No te enamores nunca de aquel marinero bengalí”.
A mediados de la década de 1960, un club del Barrio Norte de Buenos Aires llamado La Cueva era el centro de atención del rock and roll. Algunos de los grupos cantaban en inglés, pero otros experimentaban con letras en español, especialmente Tanguito. Entre los asiduos de La Cueva también había aficionados a la poesía y jóvenes dispuestos a escapar de la rutina de la vida urbana; algunos formarían el núcleo de la escena hippie de Buenos Aires de finales de los 60.
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Hay más de 400 bandas en la ciudad. Matan al menos a 150 personas cada año. Los salarios en las fábricas de exportación han caído -de prácticamente nada- a casi la mitad desde 1994. En una época, un tal Amado Carrillo Fuentes movía 100 toneladas anuales de cocaína en El Paso y ganaba 200 millones de dólares a la semana.
Jaime Murrieta ha fotografiado más de 500 asesinatos. Forma parte de una banda de “tiradores callejeros” de Juárez cuyos mejores trabajos son demasiado francos para los periódicos locales. Un cuerpo colgado de un pilón como una marioneta, frito por la energía eléctrica que intentó robar; un cayote -traficante de migrantes- atrapado por el rigor mortis en las laderas de hormigón del Río Grande; la máscara hueca de una niña violada, asesinada y abandonada para que se momifique en el Parque de la Amistad; la Reina de las Olimpiadas de la Fábrica.
Algo más suave en su enfoque es Okinawa Dreams OK. Okinawa, la principal isla del archipiélago de Ryukyu que se extiende al sur de Japón, fue en su día una isla agrícola, pesquera y comercial. Fue “administrada” -en otras palabras, ocupada- por Estados Unidos de 1945 a 1972, periodo en el que las instalaciones militares se convirtieron en el principal negocio y empleador. Estas islas pueden haber albergado 40 bases militares estadounidenses, pero sus habitantes se han aferrado obstinadamente a su propia cultura. Las voces grabadas aquí con pasión son una profecía colectiva de la retirada de la superpotencia.
Tradiciones y celebraciones argentinas
Miguel Abuelo (nacido Miguel Angel Peralta) fue uno de los personajes más excéntricos y carismáticos del rock argentino. En un principio fue el cantante de Los Abuelos de la Nada, que editaron el gran single psicodélico “Diana Divaga” (anteriormente presentado en este blog) en 1968. Abuelo dejó el grupo cuando su nuevo guitarrista, Pappo, empezó a llevarlos hacia una dirección más basada en el blues.
A principios de los setenta, el cantante se trasladó a Francia, donde formó un nuevo grupo llamado Hijos de Nada, con el guitarrista Daniel Sbarra. Un productor francés les dio tiempo de estudio y grabaron un LP de rock progresivo dramático en 1974. Se publicó unos años más tarde (sólo en Francia) bajo el nombre de Miguel Abuelo & Nada. La demanda francesa de prog-rock cantado en español debió de ser limitada, y su impacto fue mínimo. El Muelle’ es un tema atmosférico, que crea la atmósfera del muelle misterioso de una manera casi cinematográfica.
A principios de los ochenta, Abuelo y Sbarra volvieron a Argentina. Sbarra se convirtió en guitarrista de la banda de new wave Virus. Abuelo también abrazó la nueva ola, reviviendo el nombre de Los Abuelos de la Nada con nuevos músicos. Entre ellos estaba Andrés Calamaro, que era casi tan joven como para ser su hijo. Con este grupo, Miguel Abuelo alcanzó por fin el éxito comercial, pero murió de sida en 1987 a los 42 años. El documental “Buen Día, Día” (véase más abajo) recoge parte de su espíritu.