¿Cómo le decian los gauchos al mate?

Nativos de las Islas Malvinas

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Cuchillo Facon

La yerba mate es mucho más que una planta sudamericana y una infusión con múltiples beneficios. Hay toda una cultura detrás de esta impresionante bebida, pero también un léxico completo específico de la Yerba Mate. Hemos definido algunas de estas palabras para ayudarte a desmitificar esta cultura que todavía es demasiado poco conocida en todo el mundo.

El Gaucho es el vaquero argentino, o el hombre libre de la Pampa. Es un verdadero símbolo argentino; es el guardián de los rebaños en las praderas de la Pampa, y en torno a él se desarrolló toda una cultura, tradiciones, ritos, formas culinarias, etc. Podemos encontrarlo a caballo, con un termo y una calabaza llena de mate en la mano.

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El Cebabor es quien prepara y sirve la infusión de mate. Tradicionalmente, el mate se consume en reuniones de varios invitados. La calabaza se pasa de persona a persona, y el trabajo del cebador es rellenarla con agua cuando está vacía. El nombre proviene del verbo “cebar”, que significa “echar agua sobre el mate para infusionarlo”.

La Pampa es una provincia del centro de Argentina, al oeste de Buenos Aires, hogar de tribus indígenas antes de la colonización española. Su vasto territorio y sus rutas son recorridas por los gauchos, vaqueros argentinos y verdadero símbolo de la Pampa, que comparten la cultura y las tradiciones de la yerba mate en sus encuentros.

Estilo de vida vaquero

Es conveniente aclarar que el gaucho es un hombre de campo, que trabajaba en las tierras exteriores de Buenos Aires. Un jinete, un hombre rural independiente y nómada. Los primeros gauchos aparecieron en la zona del Litoral a principios del siglo XVII y, en las llanuras desérticas de la Pampa, había gran cantidad de vacas y caballos salvajes, sin dueño, llamados “cimarrones”. Así comenzó a configurarse la imagen del gaucho. Se dedicaba a la caza de ganado salvaje para su alimentación, más tarde a la extracción de cuero y a su comercialización.

El gaucho, en su tiempo de ocio, tomaba mate amargo, comía asado, empanadas, locro, guisos, pastas dulces de queso de membrillo o dulce de batata. Solía realizar un deporte típico y de competición llamado “corrida de sortija”, un juego que consistía en introducir un puntero en un pequeño aro que colgaba de dos postes de madera verticales atravesados por una viga. Este juego gauchesco se realizaba a caballo con el jinete de pie en los estribos, a toda velocidad y galopando al máximo, ¡todo un espectáculo! El gaucho también se dedicaba a tocar la guitarra, a realizar payadas y a bailar el pericón o el malambo, bailes típicos argentinos.

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Camino de un gaucho

Las vastas pampas, o praderas, que se extienden hacia el norte desde las escarpadas montañas y las tierras áridas de la Patagonia a través de Argentina, el sur de Chile, Uruguay y el sur de Brasil son el hogar de una de las figuras más emblemáticas de Sudamérica: el gaucho.

Conocidos sobre todo en Argentina, estos hombres con cara de cuero y curtidos por la intemperie son algunos de los más hábiles cuidadores de caballos del mundo, que pastorean un gran número de reses y ovejas en las grandes fincas o estancias en las que residen.

Cuando se acuñó el término, el gaucho era una especie de nómada. Recorría la pampa solo, a caballo, con su facón, un gran cuchillo metido en la faja (que le servía para todo, desde comer un bistec hasta pelear con un rival amoroso), y sus boleadoras, una especie de lazo formado por tres piedras atadas con cuero en una cuerda, que se lanzaba para envolver las patas de una vaca y hacerla caer al suelo.

La imagen del gaucho en estos primeros tiempos no era buena; vistos como ladrones de ganado, estos hombres vivían al margen de la sociedad y eran tipos silenciosos con supuestos malos modales y temperamento feroz. Sin embargo, desde estos inicios, el gaucho ha desempeñado un papel importante en la configuración de la Argentina moderna y hoy es una especie de icono de la identidad argentina.